"Me siento incómodo sin relaciones cercanas,
quiero tener total intimidad emocional con los demás,
pero a menudo me preocupa que los demás no quieran acercarse a mí
tanto como me gustaría, ni me valoren tanto como yo los valoro a ellos".
Volvamos a nuestro parque infantil del ejemplo anterior.
El niño pequeño se aleja del padre (o madre o cuidador principal) para explorar su entorno, se cae y se hace daño. El niño llora y por el momento el padre ignora su llanto. Entonces, el niño llora, grita y entra en modo de rabieta y/o pánico, elevando el nivel de su llanto hasta que el cuidador responde por fin a sus necesidades. El padre puede parecer molesto o desanimado por la necesidad de tener que calmar al niño. O peor aún, puede que regañe al niño por llorar. Sin embargo, otras veces en las que se dé esta misma situación, el padre puede actuar de modo totalmente opuesto si el niño se cae: siendo muy consolador o incluso melodramático. También podría ser excesivamente entrometido para evitar que el niño se caiga mientras juega.
Así que el padre puede a veces encontrarse feliz, animado, tranquilo y con ganas de relacionarse con el niño. En estos casos, se muestra cercano, apoya y responde a las necesidades físicas o emocionales del pequeño de manera afectiva y cálida. Si bien, en otras ocasiones, no está tan en sintonía con el niño y se muestra más bien insensible, distraído, molesto e incompetente ante el pequeño durante gran parte del día.
Lo que resulta en un estilo de crianza "inconsistente” o impredecible, en la que el adulto a veces está y a veces no está.
La inconsistencia e inconstancia de los adultos no depende, pues, de las conductas del bebé, sino más bien de cuestiones relacionadas con la “falta de disponibilidad psicológica del adulto”, que el bebé no puede conocer, ni por tanto prever.
En los niños, un patrón de apego ansioso a veces se denomina estilo de apego ambivalente, apego ansioso ambivalente o apego resistente. En la edad adulta, la ansiedad de apego también se denomina estilo de apego ansioso-preocupado o estilo de apego preocupado.
Un apego ansioso se desarrolla cuando los bebés reciben una crianza inconsistente de sus figuras de apego. Los niños no están seguros de si sus cuidadores estarán ahí para ellos en momentos de necesidad porque muestran comportamientos variables y falta de coherencia en sus acciones, decisiones y comportamientos. Un ejemplo de inconsistencia podría ser que un día la madre siga una rutina estricta para acostar a su pequeño a las 20h, incluyendo un baño, lectura de un cuento y canto de una canción de cuna. Al día siguiente, la madre "obliga" al bebé a permanecer despierto hasta las 22 porque los está visitando la abuela y quiere que disfruten más tiempo juntos. El día 3, la madre intenta volver a la rutina de acostar al bebé a las 20, pero el bebé está confundido y se resiste irse a dormir.
Esta inconsistencia puede dificultar que el niño entienda qué significa el comportamiento de la figura de apego y qué tipo de respuesta esperar en el futuro. El niño puede terminar confundido acerca de su relación con los cuidadores, cuyo comportamiento envía señales contradictorias, lo que enseña al niño a ser escéptico en cuanto a contar o confiar en los demás.
Además, crea un
enfoque excesivo en la figura de apego, en el que el pequeño tiene que estar
hipervigilante para poder medir con precisión cuál será su reacción o qué tipo de energía desprende en cada momento. Debido a que su atención está tan centrada en la figura de apego, los niños con apego ansioso tienen una
exploración más restringida de su entorno en comparación con los niños con apego seguro. También mientras juegan están muy estresados, pues son muy conscientes de si su figura de apego está físicamente cerca y disponible o no.
Este enfoque excesivo en la figura de apego le genera ansiedad cuando está en su presencia debido a lo impredecible de la situación. Como resultado, el niño aprenderá a ignorar sus propias necesidades y según vaya creciendo se volverá cuidador (o más bien asfixiante) de los demás, sobre todo de su pareja.
Otro factor que se vincula con el desarrollo de un estilo de apego ambivalente o ansioso en los niños es la denominada
“hambre emocional” de los cuidadores. En este caso,
los cuidadores buscan la cercanía con los niños para satisfacer sus propias necesidades de apego, en lugar de las de sus hijos. Es decir que confunden su propia necesidad de amor con amor por el niño, para lidiar con sus miedos y necesidades o para presentarse a sí mismos bajo cierta luz (por ejemplo, ser un padre perfecto).
Dichos padres pueden resultar intrusivos, entrometidos o sobreprotectores y promover la dependencia en sus hijos para así satisfacer sus propias necesidades. Es más probable que estos padres fomenten la ansiedad y desalienten la independencia (ya que son particularmente sensibles a los miedos de su bebé).
En otros casos, se espera que los niños cuiden de sus hermanos menores, por lo que es posible que se les ponga en situaciones emocionalmente complejas antes de que estén lo suficientemente desarrollados para comprenderlas y gestionarlas.
Cabe señalar que criar a un niño de esta manera también puede ser un
patrón automático en adultos que fueron criados de la misma manera. Y
no se trata de genética, sino de la continuidad de patrones de comportamiento a lo largo de generaciones.
Bajo, límites más bien porosos (dificultad para establecer tus límites personales).
Si tienes un estilo de apego ansioso, es posible que tengas algunas o todas las siguientes características en una relación adulta:
¿Y si no me ama tanto como yo?
¿Y si me está mintiendo?
¿Y si me está ocultando algo?
¿Qué pasa si nos separamos?
¿Por qué siempre soy el primero en comunicarse?
Las personas con un estilo de apego ansioso a menudo se sienten atraídas por personas con un estilo de apego evitativo. Las personas con un estilo de apego ansioso pueden sentirse atraídas por la aparente independencia y seguridad emocional de las personas con apego evitativo, mientras que las personas con apego evitativo pueden sentirse inicialmente atraídas por la necesidad de afecto y atención de las personas con apego ansioso.
Cuando una persona ansiosa está programada de manera innata para esperar que su pareja la trate mal, se siente atraída inconscientemente por personas que no pueden entregarse realmente en una relación. Lo que es peor, una persona ansiosa trabajará más duro para convencer a una pareja evasiva de que se quede con ella, lo que inevitablemente conducirá a que la traten mal o se distancien de ella. Es un círculo vicioso...
Las personas con un estilo de apego ansioso tienden a experimentar una serie de patrones de comportamiento en sus relaciones sexuales. Estas personas suelen buscar una conexión emocional profunda en sus relaciones íntimas y pueden ser muy sensibles a la falta de atención o afecto por parte de su pareja durante el sexo. Pueden interpretar la falta de conexión emocional o distancia emocional durante el sexo como un rechazo personal, lo que puede llevar a sentimientos de ansiedad o inseguridad.
Algunas otras características comunes de las personas con un estilo de apego ansioso en el sexo:
TEST.- ¿Tienes un estilo de apego ansioso?
¿Crees que tú y/o tu pareja podrías tener un estilo de apego ansioso? Aquí hay algunas declaraciones típicas para que compruebes si se aplican a ti o a tu pareja:
Si te has sentido identificado con los temas que hemos abordado hasta ahora y estás interesado en profundizar aún más en el mundo del apego, sumérgete en el siguiente articulo para aprender estrategias prácticas para manejar y superar los desafíos del apego ansioso.
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